martes, 30 de diciembre de 2008

Los artistas Alcira Rappan y Jorge Saint Jean presentes en la galería de Buen Puerto Librería

Nuevamente presentes, en esta ocasión, para regalarles las fotografías de las obras de Alcira Rappan y Jorge Saint Jean.

Las Obras:







Los Artistas:


Fotografia, de izquierda a derecha:
Silvia Iglesias: propietaria de Buen Puerto
Alcira Rappan: reconocida artista local
Jorge Saint Jean: reconocido pintor local, divide su tiempo entre la producción artística y la docencia. Nacido en Buenos Aires, vive en Puerto Madryn desde 1973

lunes, 29 de diciembre de 2008

En Buen Puerto viva auténtica cultura patagónica


Desde Buen Puerto suelta amarras el encantamiento de la aventura patagónica.

Hola amigos de Librería Buen Puerto desde Puerto Madryn, Patagonia Argentina nos volvemos a encontrar, esta vez en sus ordenadores, para conocer nuestras novedades en:


  • Tejidos exclusivos de la artista Elba Kremer hilados en rueca, bastidor y telar


  • Exposición y venta de obras de pintores locales: Verónica García, Alicia Sacks, Elsa Dendulk y Gétaboas.



  • Bijou artesanal de la diseñadora Elvira Demonte.



  • Piezas originales de la reconocida ceramista Silvia Solís



  • Obras en plata, madera, cerámica, lana, hilo elaboradas por artesanos mapuches.



  • Fotografías de Andrés Bonetti: Libros, agendas, CD´s interactivos, calendarios, pósteres, postales y señaladores del reconocido fotógrafo



  • Libros de texto, novelas en varios idiomas, guías turísticas, diccionarios y la mejor selección de obras literarias de escritores patagónicos en Librería Buen Puerto.




Uno de los atractivos de Librería Buen Puerto: autenticas prendas hiladas artesanalmente en telar mapuche por Elba Kremer. Para ustedes, su historia, rescate del autentico telar mapuche, usos e historia del poncho y la ruana.




Elba Kremer:
En uno de los lugares ecológicamente más puros del planeta, donde las ballenas se procrean, a la entrada de la PENÍNSULA VALDES declarada por la Unesco Patrimonio Natural MundialElba Kremer, en Puerto Madryn , produce textiles artesanales pensando en usted, para ofrecer un producto único y exclusivo por su calidad y creatividad de nuestra identidad patagónica con lanas del lugar hiladas a mano y teñidas con tinturas vegetales. Para la confección de las prendas se utiliza lana tipo merino y pelo de cabra, hilados a mano por los pobladores de la meseta del Chubut: Lago Rosario, Sierra Colorada, Aldea Epulef, Cushamen, Traquetren. Y también hilo de algodón.
En el telar manual se realizan telas tejidas exclusivamente para cada prenda con texturas, colores y motivos únicos. En la confección de las telas se utiliza sólo fibras y lanas hiladas a mano, que unidas a la actividad creadora dan origen a esta indumentaria artesanal. Las lanas son teñidas con plantas del lugar, implementando técnicas ancestrales transmitidas de generación en generación. Su colorido es firme al paso del tiempo logrando armonía y belleza en los motivos patagónicos. El telar vertical fue introducido a la Patagonia por los araucanos.
Elba Kremer trabaja con instituciones privadas y estatales en el rescate y la difusión del tejido patagónico. Los diseños son rescatados de fotos, apuntes de los viajeros y matras de los antiguos pobladores. Su tarea es patrocinada por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Chubut y M.A.T.R.A.. Actualmente está trabajando en la inserción de las telas étnicas en la confección de la indumentaria cotidiana.




LA LEYENDA DEL HUITRAL
Dicen que hace muchos siglos, cuando la tierra de los mapuches sólo era habitada por tribus
alfareras, cazadoras y recolectoras, llegó a las orillas del lago Lanalhue, proveniente de Tirúa,
una familia de mapuches parientes de los Lafkenches de Amucha, a los que nadie tomó
muy en cuenta.
Nadie sabía que el Gran Nguenechén les daría una misión muy importante: difundir por la Tierra el uso del telar para confeccionar abrigadoras prendas de lana. Cuenta la leyenda que esta misión surgió de una promesa hecha por un cacique a los Padres Ancestrales.
La doncella Naynay, la hija del cacique, un día de primavera, estaba tejiendo un hermoso collar de flores a la orilla del lago Lanalhue. Entonces apareció Chompallhue, el dios de las aguas y le pidió unas flores a la tejedora. Ella le preguntó por qué tenía el pelo tan rizado y porqué su piel era del color del charu que se ponía en el fuego para cocinar. Chompalhue se extrañó porque ella no sintió miedo ni tampoco se rió de él. Le contó a la tejedora que, por órdenes de Nguenechén, él era el genio que protegía los lagos y lagunas de todas la tierra hasta donde los ojos podían ver.
Naynay, conversó largamente con él y le regaló su hermoso collar. Chompallhue se
sumergió en el lago y cantó feliz durante toda la noche. A partir de ese encuentro, nunca le faltó el alimento a esta familia que pescaba en el lago y regaba sus campos de quínoa, papas y maíz con las aguas que amablemente les daba el genio, además de las frutas silvestres que encontraban en los bosques ribereños.
Pero no todo fue felicidad, un día, una envidiosa hermanastra de Naynay acusó a la muchacha ante su padre y le contó que ella pasaba tejiendo collares que lanzaba a las aguas y no hacía nada en la huerta ni en la ruca. El cacique prohibió a su hija las visitas al lago. Aunque la doncella rogó que no la encerraran y la dejaran seguir tejiendo. Pero su padre fue implacable, La aisló de la familia y para que entrara en razón le entregó unas varillas para que hiciera fuego, y una pareja de llamaa para que le hicieran compañía y se convirtiera en una mujer hacendosa.
Naynay imploró a Nguenechén y a Chompallhue para que la ayudaran y se durmió
durante mucho tiempo. Entonces, los dioses durante el sueño le entregaron el don de hacer telares, una rústica rueca y un huso y así aprovecharía la lana de las llamas para tejer.
La imaginación de Naynay echó a volar y comenzó a hacer bellísimos tejidos con hermosos diseños que fueron inspirados por los dioses. Cuando su padre vio lo que su hija había
hecho, se dio cuenta de su error y pidió perdón a los dioses.
Nguenechén y Chompalhue no lo castigaron, pero le exigieron que dejara a su hija tejer todo lo que ella quisiera y donde quisiera. Fue así como Naynay recorrió otras comunidades y enseñó el arte del tejido y de hacer el telar, usar la rueca y el huso. El saber se extendió por toda la tierra mapuche y cuando ya muchas mujeres habían aprendido el arte de hablar a través de los
diseños; Naynay se fue a la orilla del lago y con sus aladas manos tejió collares hasta que se
durmió esta vez para siempre, siempre.
Entonces Chompallhue se la llevó a las profundidades y allí los dos moran en un bello palacio de cristal.
Dicen que esta bella durmiente, algunas noches de luna sale a la superficie del lago Lanalhue y se la ve con su rueca y su huso afanada en los tejidos que los dioses tutelares le inspiraron. También dicen los habitante de las orillas del lago Lleulleu y de la laguna de la Isla Mocha que se los ve a ambos en las riberas lacustres, disfrutando de su mutuo amor, mientras Naynay teje y teje.





Ruanas y Ponchos :
Son hechos en Telar (o Huitral).

Partes del telar en mapuche:
Wütral o wütralwe- largueros del telar
Külow- parantes
Tononwe- separa la urdimbre
Ngürewe (se pronuncia nerigue)- madera para apretar el tejido

Ruana
Una ruana es una manta utilizada en tierras de clima frío para cubrirse con él, es una prenda de forma cuadrada o rectangular, con un agujero en el centro para meter la cabeza y luego cubrir el cuerpo desde el cuello hacia abajo. Sirve como:
· Como manta protectora contra el frío
· Como prenda de vestir
· Como capa
· Como tendido para jugar en el campo, tirada sobre la hierba
· Como cobija, en caso de necesidad
· Como almohadón o como tendido para reposar en el campo
· Como escudo, enrollada en el brazo, en las peleas a machete y espada.

Poncho
Es el hermano de tierra caliente de la ruana.
Extendido o replegado sobre los hombros echado sobre el cuello o terciado sobre un lado, el poncho protege del viento y abriga del frío; es alternativamente sobretodo, impermeable, bufanda y capa. También sirve como colchón al sereno, oficia de manta y frazada o se arma como alforja.
Ocasionalmente acompaña a la violencia ya que, arrollado en el brazo izquierdo, sirve como escudo y defensa del puñal ajeno.
El poncho integra las galas del jinete, apoya los avances de una conquista amorosa, sirve de ofrenda del amante, y funde al gaucho con su cabalgadura convirtiéndolo en centauro pampeano.